Son personas acogedoras, luchadoras, y soñadoras. Son venezolanos. Esta es la historia de Los Chamos Arepas Venezolanos y Algo Más, un restaurante pequeño en el barrio Laureles de Medellín Colombia. Dónde las arepas, creo yo, son el mejor secreto en su tan peculiar gastronomía, pues detrás del negocio hay una familia con una historia inspiradora a compartir.

Primero, conocí a Fernando y pensé en ese momento que era el dueño; Alto y con barba, parecía tener unos treinta años, a pesar de tener realmente veintiuno. Pedí una arepa de Pabellón con una Coca-Cola, me senté, y comí en un estado de felicidad absoluta mientras miraba las noticias locales en la tele. La arepa, resultó tener un sabor de alta calidad, los empleados brindaron un excelente servicio, fue económico y con un buen ambiente. Pensé de inmediato: definitivamente volveré. Me encanta la comida venezolana, pero aún más cómo la prepararon en Los Chamos. Entonces, naturalmente volví, como dos días después…

Por supuesto, me recordaron. ¿Qué gringa alta y rubia volvería tan rápido a un restaurante venezolano y no ser recordado? Pedí la misma arepa de Pabellón e igualmente como la vez pasada estaba satisfecha. Me volví adicta.

Regresé varias veces y después de muchas arepas rellenas, conocí a algunos de los empleados que trabajan allí. Me enteré, que los sueños eran los padres de Fernando. Inmediatamente, quería conocerles y escuchar su historia. Sabía que por haber abierto un restaurante  en los últimos cinco años en medio de la crisis humanitaria por la que atravesaba su país, debieron haber pasado por momentos difíciles antes de llegar a dónde están hoy, con un negocio exitoso en Medellín.       Conocí a Ramón Andrés, padre de la familia y a su esposa Sonia, quién realmente inició la empresa. La única manera en la cual los puedo describir es que son personas acogedoras y cariñosas. Confirmé al instante la manera de como eran los venezolanos: gente realmente amable con un corazón grande. Me escucharon con atención, mientras les hablaba sobre el proyecto que tengo con los venezolanos aquí en Medellín. Al culminar, exclamé: ¡Díganme su historia, porque el mundo se merece escucharla!

 

UN PAÍS EN RUINAS

Para aquellos que no están familiarizados con los detalles de la crisis política y económica que está sucediendo en Venezuela, les haré un resumen al respecto. Tiene sus inicios con el ascenso del líder populista Hugo Chávez a fines de la década de 1990. Después de ganar la presidencia en 1998 promulgando un mensaje de ‘poder para el pueblo’ rápidamente buscó consolidar su poder a través de varias reformas legislativas y ejecutivas. Inmediatamente reemplazó el Congreso con la Asamblea Nacional formado completamente de sus partidarios y empezó una guerra contra el sector privado a través de la nacionalización, confiscación, y expropiación de miles de empresas privadas.

Venezuela, es el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, aún más que Arabia Saudita. La situación del país empeoró cuando Chávez nacionalizó a las reservas de petróleo y reemplazó a unos 18.000 técnicos y mecánicos calificados de la empresa petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) con 100.000 de sus partidarios en 2003. La compañía sufrió daños irreparables, la producción se redujo drásticamente, la tasa de lesiones se triplicó y el país entró en una crisis económica. Con el aumento increíble de las tasas de pobreza y una significativa agitación social, Chávez respondió por canalizar el dinero del estado hacia pequeños grupos armados, conocidos como colectivos, para controlar a las masas y someter a los manifestantes. La tasa de homicidios se elevó a una de las más altas del hemisferio. Con hambre, desesperados e indefensos, los venezolanos comenzaron a huir.

La crisis continuó bajo el predecesor y fuerte partidario de Chávez, Nicolás Maduro cuando se convirtió en presidente en 2013. Maduro elevó la crisis económica a un desastre humanitario que ganó la atención internacional cuando, en un intento a generar más fondos para las importaciones, decidió imprimir más dinero, lo cual originó una drástica inflación y una escasez de comida que trajo graves consecuencias para la población. Con estantes vacíos en cada tienda, la gente se desbordó a  las calles exigiendo el referendo revocatorio del presidente. Maduro respondió desplegando “unidades policiales y militares fuertemente armados” que resultaron en “baños de sangre.”

Las estadísticas varían acerca el número exacto de venezolanos que han huido el país. Sin embargo, según el Bloomberg Business, “La inundación de gente huyendo la crisis de Venezuela se ha convertido en uno de las migraciones más grandes del mundo, superando el flujo de refugiados y migrantes cruzando el Mediterráneo desde el norte de África a Europa.”

DE VENEZUELA PARA EL MUNDO

En este contexto entra la familia Sánchez Pérez a la historia. Para empezar, vivían muy bien en Venezuela. Mejor de lo que se puede imaginar. La familia es de Mérida, una ciudad ubicada en la parte sur-este del país en una región muy popular para el turismo por sus paisajes atractivos. Sonia y su esposo Ramón habían trabajado en un laboratorio Americano por quince años y hacían salarios muy buenos. “Cuando yo comencé con el laboratorio me fue muy bien, devengaba excelente sueldo, me enfoqué en tener casa propia, compré unas cabañas, carro nuevo, viajé, disfruté, o sea, teníamos una vida extraordinaria, explicó Sonia.

¿Entonces cómo se cambiaron tan dramáticamente sus vidas? ¿Cómo se encontraron en Medellín?

Respondió diciendo que fue a finales del año 2012 cuando comenzaba a agudizarse la situación económica, política y humanitaria del país, en la misma época cuando Maduro se convirtió en presidente. El laboratorio donde trabajaba la envió a Medellín, Colombia por algunos días para vender sus productos naturales debido al mercado reducido que tenía en Venezuela.  Eso fue en 2013. Nunca volvió.

“Ni idea que iba a vivir acá” dijo Sonia. Ella pensaba que iba a estar en Medellín sólo unos días, pero resultó que el laboratorio encontró mucha competencia en Colombia, por lo que no le fue bien en la patria vecina, originando un declive en su economía, ya que sin trabajo no tenía dinero a mantenerse, ni para enviar a su familia, todavía en Mérida. Fue entonces cuando tuvo que empezar a vender arepas en la calle.

Continuó diciendo: “Un día me levanté, fui y busqué un carito con una plancha, una cocina y allí empecé con las arepas”. Una comida muy común en su país, la arepa rellena se puede ver como una comida emblemática de la cultura y la cocina venezolana. Sonia, las hacía y con ellas compartía un poco de la cultura y la comida venezolana con la gente de Medellín. En ese momento, tenía la ayuda de otra amiga venezolana y su hijo Fernando, quien, al no ver un futuro  para él mismo en Venezuela, había venido a vivir con su madre en Colombia.

“Poco a poco la gente fue probando las arepas y les fue gustando. Una señora me dijo que montara un negocio, de inmediato le dije que no porque le temía a los impuestos y todo lo que implicaba. Y de repente… se dió. Dios tenía algo maravilloso para mí y un señor me alquiló este local”, explicó Sonia.

Los Chamos abrió en 2015 y desde entonces ha sido muy exitoso vendiendo sus deliciosas arepas.

Sin duda, mi arepa favorita es la de pabellón. El pabellón criollo, es un plato muy tradicional y reconocido como el plato nacional de Venezuela. La arepa de pabellón viene rellena con una mezcla de sabores riquísimos: carne mechada, frijoles negros, queso blanco rallado y plátano maduro frito (las tajadas). Sin embargo, hay una variedad amplia de arepas, todas llenas de diversos ingredientes desde mariscos hasta pollo, queso y vegetales.

Unos clientes le preguntaron a los dueños por qué no ofrecían en el menú opciones colombianas, Ramón tuvo la siguiente respuesta: “Los colombianos, especialmente el paisa han recibido con agrado nuestra comida. Entonces, ¿para qué nos vamos a meter comida colombiana? Así nos distinguimos de cualquier negocio.”

Sonia da su opinión, “Lo que queremos realmente es mantener la tradición, llevar nuestra sazón y lo mejor de nuestro país a todo el mundo, que  nos conozcan por nuestra gastronomía…por nuestro bueno desempeño, por nuestro trabajo, por todo lo que hacemos, pues somos venezolanos trabajadores y con muchos sueños.”

Por haber dejado atrás casi todo,  menos el uno al otro, por haber pasado por momentos muy difíciles financieramente, cuando emigraron, por tener que aguantar a un gobierno que ha abandonado su deber de proteger y defender sus derechos humanos  y por tener que vivir este  momento difícil en la historia de su país, yo creo que esta es una respuesta muy honorable y valiente. Sin duda han mostrado al mundo que son gente luchadora a través de su negocio.

¿Y DÓNDE ESTÁ LA RENDICIÓN DE CUENTAS?

La familia Sánchez Pérez está aquí en Medellín, Colombia por necesidad. Nuestro sistema internacional, está formado con LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS como uno de sus objetivos principales, pero ha fallado. No es lo que suceda a una sola familia, una población, ni a un país, sino, ¿qué nos dice sobre la convicción del mundo de rechazar tales acciones de un líder de un país y su desprecio flagrante por la vida y el bienestar de sus ciudadanos, más especialmente en un país que históricamente ha mantenido valores democráticos? Este punto se vuelve más relevante tomando en cuenta que los medios de comunicación afuera de Venezuela casi no prestan atención a esta crisis que ya se ha desarrollado a lo largo de muchos años. Se ve por algunos como un asunto doméstico, y nos deja con la pregunta: ¿Dónde está la rendición de cuentas?

Cuando la situación económica empeora hasta el punto de que tres de cada cuatro ciudadanos reportan un promedio de 8,61 kilos de pérdida involuntaria de peso por año, se hace muy difícil entender por qué no ha habido acciones más rápidas y consecuencias más graves para Maduro y su gobierno. Se hace muy difícil entender por qué la comunidad internacional no ha adoptado medidas de protección más amplias para los venezolanos que están huyendo, muchos de los cuales que pueden ser clasificados como refugiados bajo su definición internacional en la Convención de Ginebra de 1951. En un mundo con tasas de migración las más altas que hemos visto, este es el momento cuando el sistema internacional (es decir todas las naciones del mundo juntas) necesita reaccionar con su fuerza absoluta con el propósito de impedir que los gobiernos represivos, como el de Maduro, funcionen y para correr en ayuda de las víctimas.

En mi opinión, la pena más grande cae en el gobierno de los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo y un líder principal en las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, por no responder más seriamente y exhaustivamente en el campo diplomático, pero realmente no debemos tener esperanzas muy altas de que Presidente Donald Trump tomará las acciones adecuadas y responsables acerca otras naciones.

Todo esto está dentro del contexto de los eventos de lo que pasó el día 23 de enero de 2019. El nuevo líder Guaído tomó poder con el apoyo de la gente y la mayoría de los países en las Américas. Maduro no quiere renunciar su puesto pero está dispuesto a negociar. Ha explusado al embajador de los Estados Unidos aunque Trump dice que Venezuela no tiene ese poder.

Parece que la situación está a punto a cambiar, osea ¿cómo puede empeorar? La gente están desesperada por un cambio. Está desesperada por la paz. Están acabados de esperar. Venezuela es un país hermoso que ha caído víctima de un tirano. Pero no se rindieron, siguen adelante…

SEGUIR ADELANTE

Por lo que parece una situación desesperada y trágica, la actitud y la respuesta general de los venezolanos es algo asombroso: seguir adelante. El sentimiento colectivo de resiliencia es claramente evidente a cualquiera que conozca a un venezolano en el exterior. La única cosa que  puede explicar esto es una creencia firme en la belleza de su tierra y un amor profundo por su país, que sin querer se comparten con los demás.

La familia Sánchez Pérez, es el ejemplo más perfecto de esto. A pesar de tener una vida perfecta allá en su país, no se rindieron. No se dieron por vencidos. Seguían luchando por una vida mejor y lograron el sueño de muchos: abrir una empresa pequeña que ha crecido con mucho éxito en solo algunos años. Incluso en este momento tienen planes de expandirse a otra ubicación.

Ha sido un privilegio compartir su historia,  más allá de una crítica de su comida. Su amabilidad no se compara con cualquier negociante y estoy verdaderamente feliz por el éxito que han recibido con su empresa. Aquí está la prueba de que el trabajo duro junto con una actitud positiva te puede llevar muy lejos.

Los Chamos Arepas Venezolanos y Algo Más, está ubicado en el Circular 5 #70-30 en el barrio Laureles en Medellín, Colombia. Este artículo, escrito como parte de mi proyecto Panas Venezolanos, lo hice con la intención de generar más consciencia y educación sobre la crisis que hoy en día recibe muy poca atención en los dominantes medios de comunicación. Subcriben a mi canal de YouTube y quedan pendientes de videos con mis panas venezolanos y más historias como esta de los venezolanos en Medellín!

 

 

Fuentes:

https://www.nytimes.com/2017/05/14/world/americas/venezuela-collapse-analysis-interpreter.html

https://www.weforum.org/agenda/2017/09/venezuela-was-once-twelve-times-richer-than-china-what-happened

https://www.theguardian.com/world/2017/jul/17/venezuela-migrants-americas-leaving-home

http://theconversation.com/how-todays-crisis-in-venezuela-was-created-by-hugo-chavezs-revolutionary-plan-61474

https://www.reuters.com/article/us-venezuela-politics-region/venezuela-called-dictatorship-by-peru-condemned-by-new-bloc-idUSKBN1AO2NL

http://www.bbc.com/news/world-latin-america-42798942

https://politica.elpais.com/politica/2018/01/25/actualidad/1516892002_743473.html

http://www.cbc.ca/news/world/venezuela-spain-ambassador-1.4503407